Llovía. Estaba en un callejón oscuro y llovía, pero sólo en el callejón. Y no podía salir de éste, le temblaban las piernas y sentía miedo. Captó un movimiento por el rabillo del ojo y tuvo valor para girarse, era ella. Blanca como la nieve a veces aparecía y otras, como ahora, seguía siendo blanca, pero su cara estaba despellejada y chorreaba sangre por ésta, le faltaba el ojo derecho, la cuenca de aquel estaba vacía. Tenía aquel zarpazo desde la sien hasta la mejilla derecha, junto a los labios, éstos estaban cosidos. De la herida del zarpazo no hacía más que chorrear sangre... Sintió que se mareaba mientras observaba de nuevo a la mujer blanca, ahora había cambiado a su aspecto normal; era alta, tenía el pelo negro y su rostro era blanco como el marfil. Su nariz era pequeña, fina y delgada. Sus ojos eran negros, más que su pelo, pero eran como dos carbones ansiosos por arder al fuego, al fuego de ira que a veces reflejaba en su rostro, cuando aparecía destrozado. ¿Por qué siempre acudía a ella, a veces como mujer hermosa que era y otras como una mujer muerta, asesinada quizás...? Y...
Despertó... Mediccy se despertó bañada en su propio sudor, aterrorizada por la visión de la mujer blanca. Temblando se incorporó despacio y examinó su habitación. Una habitación azul cielo, que en su día su padre pintó amablemente tras un llanto incansable de Mediccy, no le había gustado el color verdoso que tenía antes... Era una habitación pequeña, un escritorio color malva se situaba en una esquina de la habitación, junto a la ventana, el escritorio estaba lleno de papeles y lápices, la noche anterior Mediccy trataba de plasmar a la mujer blanca de sus sueños en un dibujo. Fue totalmente inútil, cada vez que cerraba los ojos veía su rostro, pero no conseguía darle vida en un lienzo a lápiz y carboncillo. Otras veces se asustaba ella sola porque veía su rostro completamente rajado, a Mediccy le apenaba verla así, ¿qué le habría pasado?
Pero la mujer blanca lo único que hacía era susurrar su nombre, nada más...
Un portazo la sobresaltó y la sacó de sus pensamientos mientras el señor Graven entraba a trompicones por la puerta.
- ¡Mediccy! - Espetó -. ¡¿Sábes qué hora es, hija?!
- N-no... - Mediccy se acurrucó entre las sábanas, asustada.
- ¡Hace más de veinte minutos que deberías de estar levantada! - El señor Graven se veía muy nervioso -. ¡Llegarás tarde al instituto! - Mediccy le miró, atónita.
- Papá... - comenzó a decir -. Acaba de comenzar el verano, las clases han terminado...
- ¡Dios mío...! - El señor Graven parecía avergonzado -. Lo siento, cielo... Es verdad... ¡Maldita sea! ¿Qué día es hoy?
- Veintidós de Junio, papá...
El señor Graven se llevó las manos a la cabeza y salió de la habitación murmurando cosas ininteligibles para Mediccy, ella pensó en él, su padre, un policía científico entusiasmado con su trabajo, a veces demasiado adicto a él. Era un hombre alto, flaco, aunque antes estaba fuerte, pero desde que Mediccy tenía siete años, a su padre le informaron de alguna noticia deprimente, tanto que dejó de comer bien durante cinco meses, hasta que su propia hija le obligóa comer al ver que perdía demasiado peso y fuerza. Su cabello era castaño, como el de Mediccy, en aquello se parecía a su padre, aunque los ojos de Marcus, así se llamaba el señor Graven, eran verdes y los de Mediccy, negros como el carbón... A Mediccy le hacían gracia sus orejas, eran algo grandes y sobresalían por los cabellos largos de su padre, que no quería cortarlos para ocultar sus orejas.
Mediccy empezó a tener calor con las sábanas pegadas a su cuerpo, ya no sudaba, pero tenía calor. Se levantó pesadamente de la cama y en menos de un minuto la hizo rápidamente. Inspeccionó su figura en el espejo, no era alta como su padre, pero tampoco bajita. Su cabello castaño caía en cascada por sus hombros, le encantaba su pelo. Cuando era niña su padre la dejó llevar el pelo a su antojo, si quería cortarselo al día siguiente estaba en la peluquería y si quería dejárselo largo allá ella.
Salió de su pequeña habitación y fue directa hacia el baño, tenía que darse una ducha, no quería oler a sudor. Entró y se desnudó rápidamente, la ducha refrescante fue totalmente agradecida por su cuerpo, que había subido a una temperatura extremadamente alta mientras dormía y soñaba con la mujer blanca.
Pensó en ella, si era hermosa, ¿por qué a veces aparecía con el rostro completamente destrozado? Quizá trataba de decirle algo, pero, ¿qué? Se enjabonó bien el cuerpo y el pelo y se lo aclaró rápidamente, odiaba que el champú le rozase la cara.
Al salir, se vistió con unas mallas negras y una sudadera, buscó sus deportivas y se calzó, Mediccy no tenía ganas de andar pensando qué ponerse. Su padre se había marchado y le había dejado una nota pegada con un imán de una naranja en la cocina:
> Cielo, me voy a trabajar, que al menos en verano yo sí trabajo, he preparado tostadas, si no te apetecen puedes hacer lo que tú quieras; volveré tarde, papá.
Genial, se había ido. Mediccy se comió las tostadas de su padre con mantequilla. Tras recoger su cuarto cogió su teléfono móvil y en seguida marcó el número de Regina. Contestó al tercer toque.
- Manicomio, ¿dígame? - La voz de Regina era inconfundible. Mediccy reprimió una risita antes de contestar.
- ¿Podrían dejar salir a la enferma cuatrocientos quince? Es urgente.
- Por supuesto, ¿le cojo cita o prefiere ahora mismo?
- Ahora mismo.
- ¿A qué se debe la urgencia de su llamada?
- ¿Sales a dar un paseo?
Pasados diez minutos Regina ya había llamado. Se peinó rápidamente, bajó a la calle y ambas se encaminaron al parque.
El mundo de Mediccy
lunes, 2 de enero de 2012
Portada del nuevo libro: El mundo de Mediccy
Comenzaré a escribir un libro, titulado "El mundo de Mediccy".
Mediccy Graven es una chica de diecisiete años que comienza a tener sueños extraños relacionados con una mujer que no ha visto en su vida y desconoce por qué se le aparece en sueños susurrando su nombre... Su padre, un policía científico anda tan entretenido con su trabajo que se le aparece un viaje a Roma para investigar el caso de un cadáver... Mediccy odia ver a los muertos que tanto fascinan a su padre y decide quedarse en casa y opta por llamar a su mejor amiga, Regina; los padres de Regina, el Sr. y la Sra. Eveez, son compañeros de trabajo del Sr. Graven, padre de Mediccy, que le acompañan en su viaje a Roma y las dos muchachas se quedan solas en casa de Mediccy; pero la mujer de los sueños de Mediccy decide aparecerse con más frecuencia y, a través de un poder de su imaginación que Mediccy desconoce, al parecer son teletransportadas, Regina y Mediccy, a un mundo extraño, creado por la imaginación de Mediccy... Allí descubrirán de dónde viene su poder y quién es la extraña mujer de los sueños de Mediccy y qué tiene que ver en todo esto.
Mediccy Graven es una chica de diecisiete años que comienza a tener sueños extraños relacionados con una mujer que no ha visto en su vida y desconoce por qué se le aparece en sueños susurrando su nombre... Su padre, un policía científico anda tan entretenido con su trabajo que se le aparece un viaje a Roma para investigar el caso de un cadáver... Mediccy odia ver a los muertos que tanto fascinan a su padre y decide quedarse en casa y opta por llamar a su mejor amiga, Regina; los padres de Regina, el Sr. y la Sra. Eveez, son compañeros de trabajo del Sr. Graven, padre de Mediccy, que le acompañan en su viaje a Roma y las dos muchachas se quedan solas en casa de Mediccy; pero la mujer de los sueños de Mediccy decide aparecerse con más frecuencia y, a través de un poder de su imaginación que Mediccy desconoce, al parecer son teletransportadas, Regina y Mediccy, a un mundo extraño, creado por la imaginación de Mediccy... Allí descubrirán de dónde viene su poder y quién es la extraña mujer de los sueños de Mediccy y qué tiene que ver en todo esto.
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